Rabiosa Melancolía en la Sala Blanca Podestá

El jueves 31 de mayo y viernes 1 de junio a las 21 horas, se presentará Rabiosa Melancolía, con texto y dirección de Marianella Morena, en la Sala Blanca Podestá – Teatro AGADU. Posteriormente a su presentación, la obra viajará a Buenos Aires, Argentina, donde será parte de la programación oficial de sala del Teatro San Martín, en la calle Corrientes, desde el 6 al 10 de junio, dentro de un homenaje que realizará el Teatro a Uruguay. Además, a fines de agosto, la obra se irá de gira por Brasil.

Morena, socia de AGADU, de larga trayectoria nacional e internacional, cuenta con dos obras en cartel en la programación en Montevideo (Rabiosa Melancolía y Ella sobre ella) y ahora, añadirá la dirección de El castillo de Barbazul en el Teatro Solís. Conversamos sobre sus proyectos y trabajos más recientes.

En declaraciones sobre Rabiosa Melancolía decías que te preocupaba el límite entre la realidad y la ficción. ¿Cómo trabajás eso en la escena y por qué?

Hoy en día la realidad está ficcionada. Todo tiene una puesta en escena. Ves a un periodista y tiene puesta en escena. Cuando hay editorial, hay recorte, un vestuario. Lo real-real casi no está existiendo en lo que se exhibe públicamente. Lo real quedará en la vida privada de algunas personas, que también es muy difícil que no compongan. Cuando se va al teatro, hay un contrato verdadero, donde lo que sucede es ficción, mentira, pero voy a tratar de hacer lo mejor posible para que vos te olvides durante la hora que transcurre la obra de que esto no es real. En el mundo la trampa es gigantesca porque no se sabe qué es real. Hay una obsesión en las fronteras de los países, las migraciones, y nadie está prestando atención a un problema que es este. Hay un caos en esta organización y orden. En Rabiosa Melancolía hice que los actores trabajaran sobre los recuerdos de la infancia y la memoria ficciona, edita, selecciona, define, le agrega interpretaciones emocionales. En ese campo que es real aparece la ficción.

Otro objetivo que se plantearon en la obra es trabajar el silencio y el tiempo. ¿Cómo se dio ese proceso?

Les hice un planteo a los actores que quería trabajar desde el cero al cien. El cero era el silencio y el cien la canción. Entonces, íbamos pasando del silencio a una palabra, de la palabra a la frase, de la frase a una sonoridad y de ahí a una canción. Trabajamos en capas: una del relato, otra del contenido, otra de los vínculos y la última capa de la construcción sonora.  Es una composición escénica donde se pasa de hablar a cantar y de cantar a hablar. Tiene un juego muy rico porque me interesaba lo hipnótico e irracional de la música. No está centrada en la comprensión del texto sino en lo emocional que transmite la canción. Se genera un loop, donde no se sabe qué es presente y qué pasado, quién está vivo, quién muerto. Se da esa ruptura de frontera de tiempos. Quería seguir avanzando en la línea musical que ya había trabajado con No daré hijos, daré versos. Tenía una gran generosidad el relato musical y lo quise traer al relato escénico como herramienta que uso para relatar.

Con No daré hijos, daré versos estuvieron de gira por distintos países. ¿Cómo fue esa experiencia?

Sí, estuvimos en Ecuador, Colombia, Brasil, Argentina, Chile, Estados Unidos, España. Me la pidieron para el Festival de Dramaturgia de América y Europa, y quedó seleccionada y me dio un poco de miedo pensar cómo lo iba a hacer el director. Los textos hay que soltarlos cuando uno está preparado para cualquier cosa. Hay textos que tienen materiales más personales y uno es aprehensivo, y no tiene materiales pensados para que dirijan otros, es más difícil. Yo escribo para mí, no escribo para que otros dirijan y hay un material abierto donde intervengo, es poroso. El otro es un material más cerrado, con didascalias, que yo no uso y hay referencias en el sistema de escritura que piensa a un otro que va a trabajar. También Resiliencia, Jaula de Amor que se hizo en varios países. Son textos que tienen otro beneficio para el director. Es una escritura como plataforma a la cual otro puede acceder.

El castillo de Barbazul es tu primera experiencia en dirección en ópera. ¿Qué diferencias tiene con la dirección de teatro?

Mucha diferencia, toda. Las artes escénicas tienen un tronco común, el teatro, la danza, el circo, la ópera, tienen en común el tratamiento escénico, pero después tenés diferencias técnicas, de abordaje, estéticas. Un ejemplo es que el guion de una ópera no se toca y eso en teatro ya casi no existe. En la ópera está la literalidad y yo no estoy acostumbrada. Es mucho más rígido. Hay que poner en escena lo que la partitura musical indica. No hay libertad total sobre los materiales que están arriba de la escena como sucede cuando hago teatro. Todo lo que sea un desafío y riesgo, donde no tengo comodidad, me encanta, porque me obliga a trabajar sobre mis límites y sobre lo que no he transitado, es todo aprendizaje.

Información sobre Rabiosa Melancolía

Texto y Dirección general: Marianella Morena

Dirección y Dramaturgia musical: Malena Muyala

Con: Valeria Ferreira, Mané Pérez, Lucía Trentini, Agustín Urrutia

La ficción triunfa porque la realidad no da para más.

Entradas a la venta en Tickantel y Boletería: días de función desde las 18 hrs. - Telf: 29011855

SALA BLANCA PODESTÁ - Teatro AGADU Canelones 1122 – Telf: 29003188 int. 293

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